¿Cómo contrarrestar el auto discurso negativo de tu hijo?
- Mariedith Losan
- 4 feb 2021
- 5 Min. de lectura
Qué sientes cuando tu hijo dice cosas como: “Soy un tonto, nada me sale bien!” ¿De donde saca esas expresiones? ¿Por qué se dice esas cosas?
Esto nos habla de una baja autoestima y no es bueno dejarlo pasar.
Nuestro trabajo, es saber qué decir y hacer para poder ayudarlos a cambiar su enfoque negativo a una mentalidad positiva de crecimiento.
1. Empieza por ti. Hazte consciente de las cosas que te dices, de TU auto discurso. ¿Hablas de ti en términos positivos?. ¿Cuando cometes errores, los ves como oportunidades de crecimiento o tan solo te recriminas lo imperfecta que eres?
Recuerda que el ejemplo arrastra y que no puedes pedir lo que tú no puedes hacer. Si tú no sabes reconocerte y valorarte, a tus hijos les va a costar más trabajo hacerlo, pues no tienen de donde aprender.
2. Separa tus emociones de las de tus hijos. Para poderlos ayudar, tenemos que separar lo que sentimos cuando nuestro hijo se expresa peyorativamente de si mismo, de lo que pueda estar pasando con ellos. Si enredamos o anteponemos nuestras emociones vamos a atender nuestras necesidades o expectativas, no las de ellos, no vas a poder ser objetiva y ver lo que es, lo que realmente está pasando.
3. Identifica la emoción detrás de las palabras. No te limites a decirle que no es tonto, o que por qué se dice así, o que esta mal que lo haga. Lo importante es llegar al fondo del asunto, no trabajes exclusivamente con la expresión o la palabra. Empatiza con la emoción de la circunstancia en particular y has tu evaluación libre de juicios.
Ayúdalo a identificar lo que está sintiendo, para que entienda lo que en realidad le molesta y lo hace sentir que es tonto.
Esta es la mejor manera de separar expectativas, ante circunstancias particulares de su capacidad o valía. Cuando hacemos esto, damos el primer paso para entender que nadie es perfecto y que siempre podemos mejorar, ese es el camino para seguir construyendo la autoestima.
Cuando nombras una emoción e identificas la necesidad no satisfecha asociada con ella, será mucho más fácil trabajar con el problema.
4. No te tomes las cosas tan en serio. Esto no quiere decir que no atiendas el problema, pero no lo hagas con la rigidez o seriedad que nos caracteriza a los adultos cuando sentimos que nuestra imagen como padres está en juego.
Enséñale a relajarse, a entender que todo en la vida se puede resolver y que puede ser hasta divertido buscar soluciones o respuestas. Ríete con el de las situaciones donde alguno de los dos cometió un error. Cuéntale experiencias personales de cuando tú eras niña donde te sentiste tonta. Pregúntale que se le ocurre que podrías haber hecho diferente, exprésale cómo te sentías y por qué te sentías así.
Ayúdalo a encontrar formas para relajarse ante situaciones estresantes.
5. Reconócelo y motívalo. Cuando tú hijo se enfrenta a un reto, lo hace con la carga de las expectativas externas. Las que le pesan son las de los padres, pues siempre va a buscar ante todo tu reconocimiento y esto genera una gran ansiedad ante la posibilidad de fallar o equivocarse.
Trata de ponerte en su lugar, no esperes que a su corta edad te alcance donde tu estas. ¿Cómo te sentiste la primera vez que intentaste algo? ¿Qué tan difícil se te hizo superar un reto? Con esto en mente, reconoce su esfuerzo y motívalo a seguir intentando haciéndole ver que las cosas no tienen que salir a la primera, ayúdalo a identificar en primer lugar, lo que si hizo bien, luego, las habilidades o conocimientos que ya tiene que le pueden ayudar a seguir mejorando y al final, lo que le falta por hacer y lo que necesita para conseguirlo y cómo se le ocurre que lo puede lograr. Acompáñalo en el proceso, no le impongas tus ideas o expectativas, permite a través de tu guía que el encuentre sus respuestas.
Empieza siempre con lo positivo para que tenga una base sólida de donde partir. Esta base requiere reconocerse y da como resultado motivación.
Se específica en tus frases de reconocimiento, decirle que hizo un buen trabajo no le da información específica de lo que hizo bien, en vez de esto prueba con frases como: “No te diste por vencido en el juego y apoyaste todo el partido a tus compañeros” Con esta frase es más fácil identificar las cualidades o habilidades que lo llevaron a hacer un buen trabajo.
6. Practica cambiar su discurso negativo. Ya que aprenda a identificar la emoción y necesidad detrás de la expresión negativa, practiquen cambiándolo por algo positivo o constructivo.
En vez de decir: “Soy una tonta, nada me sale bien”, podría decir: “Cada vez que voy a aprender algo nuevo me pongo muy nerviosa porque lo quiero hacer muy bien, pero se que he aprendido muchas cosas antes y que solo tengo que ser paciente para entenderlo y entonces puedo conseguir hacerlo mejor.”
Estas pláticas o ejercicios hay que hacerlos cuando esté relajado, no cuando se sienta frustrado porque acaba de tener una experiencia negativa.
Si aprende a cambiar su discurso interno por uno más positivo menos rígido y con una mentalidad de crecimiento, podrá cambiar sus resultados.
Identifica si el auto discurso negativo de tu hijo está relacionado con miedo a algo. Si trabajas con el miedo, evitas que crezca y se propague a otros temas.
7. Genera un ambiente de tolerancia y bienvenida a los errores. Tenemos que tener reglas y límites, pero también tenemos que saber ser flexibles y generar un espacio donde nuestros hijos se sientan cómodos y seguros cuando se equivoquen.
Si eres excesivamente rígida, intolerante, si las reglas y/o límites son excesivos o no están de acuerdo a la edad y nivel de madurez de nuestros hijos, los estamos condenando a vivir ansiosos, a fracasar y a sentir que nunca hacen nada bien, pues tendemos a poner la barra muy alta.
Otra forma de generar estos espacios, es con el ejemplo. Si tu te permites equivocarte, sin juzgarte, sin culpa pero con una mentalidad abierta al aprendizaje que provee la experiencia y a sacar provecho de tus errores, aceptando que esto es parte de un proceso y de la vida misma, les estarás mostrando y permitiendo a tus hijos a hacer lo mismo.
Interactúa con tus hijos, interésate por sus cosas, escucha sus preocupaciones y miedos. Abrázalos, bésalos, hazlos sentir valorados, queridos y reconocidos con tu presencia y acompañamiento.
Exprésales las cosas “sencillas” que aportan a tu vida, a su familia y que los hacen únicos.
Hazlos sentir y saber, que tienen un espacio seguro al que pueden volver siempre, donde los amas incondicionalmente, donde los aceptas tal cual son, sin expectativas ni condiciones, donde pueden encontrar ayuda y guía para hacerse conscientes de su potencial, mejorar y ser una mejor versión de si mismos.
Nos vemos la próxima!
コメント