Aprende a elegir la mejor opción
- Mariedith Losan
- 30 mar 2021
- 3 Min. de lectura
¿Cómo se cuál es la mejor opción?
¿Cómo se qué zapatos comprar, a dónde ir de vacaciones, qué carrera estudiar, de qué color me pinto las uñas, qué marca de mermelada compro, qué sabor de helado pedir, qué pedir en el restaurante, qué serie ver?
Estamos constantemente expuesta a tomar decisiones y cuando finalmente tomamos una, sobretodo cuando tiene que ver con cosas importantes, no la mermelada. Cosas como; sigo trabajando o no, en qué empresa, a qué escuela llevo a mis hijos, con qué abogado voy para que me divorcie, este tipo de decisiones. Nos pasamos noches en vela preguntándonos si tomamos la mejor decisión. Si lo que elegimos era la mejor opción.
¿Te ha pasado alguna vez esto? Que decides algo y no tienes paz pensando si fue lo correcto.
El punto con la toma de decisiones es que NO existe la decisión perfecta.
Esto es lo primero que tienes que entender y asumir de la vida, para poder bajarle a la presión en este tema.
La decisión perfecta no existe porque para saber que fue perfecta, necesitarías saber cuáles van a ser todas las consecuencias que se den a raíz de esta decisión. Y para saber esto, necesitarías tener una bola de cristal o viajar al futuro, así que si no tienes una bola o una máquina del tiempo, deja de preocuparte por la decisión perfecta. Por tomar la “mejor” decisión.
Cuando tomamos decisiones, por lo general tenemos varias opciones. El tema con las opciones es que en el mundo en el que vivimos, las opciones están al alcance de tus dedos y pueden ser muchas, demasiadas de hecho.
Esta comprobado, que los seres humanos, entramos en conflicto para tomar decisiones entre más opciones tenemos, y aumentar nuestras opciones muchas veces termina en no elegir ninguna. Es decir, acabamos sin opciones por el exceso de estas.
¿Qué puedes hacer? No estoy diciendo con lo anterior que no decidas nada, o que no investigues o busques opciones.
Lo que puedes hacer es:
Agrupa tus opciones por categorías o temas.
Reduce tu lista hasta quedarte con un máximo de 5 opciones. Un tamaño manejable de lista de opciones, va a tener de 3 a 5 opciones, no más.
Elige una. Ya que tengas tus 3-5 opciones, elige de entre estas la que consideres que es la mejor, para tu circunstancia actual. Tomando en cuenta el tiempo que tienes para tomarla, los recursos a los que puedas acceder tanto para facilitar tu decisión como para ponerla en práctica y decide, lánzate y empieza a construir tu camino hacia delante.
Lo más importante que tienes que hacer una vez que hayas tomado la decisión, es enfocarte en vivirla, es enfocarte en ella. Tienes que aprender a dejar ir las otras posibilidades.
Es como si fueras a la heladería, finalmente eligieras el helado que quieres y te la pasaras pensando si el de vainilla no hubiera estado mejor, o si el de chocolate no era el indicado. Ni disfrutas la experiencia de comer el sabor que elegiste, ni te haces consciente de si en realidad es el helado que te gusta porque no estas disfrutando de su sabor. ¿Cómo vas a saber entonces si fue una buena decisión, si ni siquiera le estás dando la oportunidad?
Es lo mismo con todas las demás decisiones. Una ves que elijas algo, comprométete a vivirlo al 100 para entonces poder tener una experiencia real que te permita tener la tranquilidad de haber tomado una buena decisión.
Si haces este proceso y no es la decisión adecuada, cámbiala, has un recuento de lo que aprendiste y úsalo para elegir algo diferente.
Nuestras decisiones no deberían tener el propósito de hacernos vivir una vida de fantasía, eso no existe, la vida perfecta, no existe.
Lo que buscamos con la toma de decisiones, es ayudarnos a diseñar una vida real, que disfrutemos que sea vivible.
Cuando aprendes a dejar ir las opciones que no necesitas o no te funcionan, te vuelves una mejor diseñadora de tu vida, encuentras lo que realmente te funciona y entonces si, disfrutas de tus decisiones.
No ser trata de decidir para ser felices, se trata de decidir, para poder dejar ir lo que no necesitamos.
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